Jesús ora en Getsemaní

Jesús ora en Getsemaní

La historia de la agonía del Señor Jesucristo en el huerto de Getsemaní es uno de los pasajes más profundos y misteriosos de la Biblia. Contiene cosas que ningún hombre puede explicar satisfactoriamente. Al estudiarlo, bien se podrían repetir las palabras que Dios le dijo a Moisés cuando se le apareció en la zarza ardiendo: «Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es» (Ex 3:5).

El Jardín de Getsemaní es de donde oró Jesús la noche de su traición y arresto (Marcos 14:32-50). De acuerdo con lo que escribe Lucas, la desesperación de Jesús en Getsemaní fue tan profunda que sudó gotas de sangre (Lucas 44-22:43).

«Luego Jesús vino con ellos a un lugar llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos, «Siéntense aquí mientras voy allá y oro». Y llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentirse afligido y angustiado». (Mateo 37-26:36).

Ubicado al pie del Monte de los Olivos, dentro del terreno de la Iglesia de todas las Naciones, el tranquilo jardín tiene magníficos árboles antiguos de oliva, que tienen aproximadamente 2000 años de vida, y hoy en día todavía producen olivas.

Hay un debate sobre la edad exacta de los árboles de oliva y si éste es exactamente el sitio correcto donde Jesús oró. Sin lugar a dudas, los asombrosos árboles son retoños de los mismos que estaban cerca a Jesús cuando oró ahí.

Atravesando la calle hay un jardín menos frecuentado, donde se pueden hacer arreglos para pasar un rato más privado de oración y contemplación.

A continuación te presentamos el hermoso pasaje tomado de la biblia:

Jesús ora en Getsemaní – Marcos 14:32-42

(Mr 14:32-42) «Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro; Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras. Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle. Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega.»

*Información obtenida de: www.escuelabiblica.com y www.land-of-the-bible.com

 

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